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¡Y de qué manera! El pasado sábado, en Alba de Tormes, era mirar a determinados sectores de los tendidos y ver a hombres, hechos y derechos, soltar unos lagrimones que bien podían haber servido para regar la arena del coso ducal. Y es que los taurinos, aunque parezca mentira, también tienen su corazoncito.
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