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Jacinta Varas Varas celebró su centenario con una comida, rodeada de los cincuenta miembros que forman su familia
Con una vitalidad y una energía no muy propias de su edad, Jacinta Varas Varas celebró ayer sus cien años de vida rodeada de toda su familia. Aunque su cumpleaños fue el pasado día 8, hasta ayer no lo pudo festejar con los suyos, ya que, aunque la mayoría viven en la provincia salmantina, hay algunos que residen fuera, en Asturias y Madrid, entre otros lugares, y no quisieron faltar a la cita, por lo que se organizó con tiempo diez días después para que no faltara nadie. Sus cinco hermanos, sus hijos (uno de ellos sacerdote dominico en el convento de San Esteban de Salamanca), sus diez nietos, sus once biznietos, además del que está en camino, quisieron estar presentes en la celebración. Una jornada de convivencia en la que aprovecharon para compartir y disfrutar de la fiesta y una comida en compañía de la homenajeada. Viuda desde hace años de Lázaro Sastre, aunque de joven estuvo trabajando, cuando se casó y tuvo a sus hijos, dedicó por entero su vida a su familia y se centró en atender su hogar, con el fin de mantenerlos a todos unidos. Trabajo que siempre hizo desde el corazón y desinteresadamente y con suyo esfuerzo consiguieron sacar adelante a una familia unida y feliz. Una vida por la que ayer tuvo el reconocimiento, la alegría y la satisfacción de tener reunidos a todos los suyos. A pesar de sus cien años muy bien llevados, con el lógico desgaste físico que conlleva en si la edad, Jacinta vive en Alba en casa de uno de sus hijos, se vale por sí misma y a diario limpia y arregla su habitación, hace tareas de la casa y le gusta coser, algo que puede hacer porque la vista todavía la responde, y como afirma uno de sus nietos, todavía mantiene su carácter, ya que hay veces que saca el genio para reñirlos cuando no la dejan fregar o hacer ella algunas cosas. Homenaje que también ha recibido del Ayuntamiento, ya que la alcaldesa, Concepción Miguélez, la visitó en su casa y, además de felicitarla, le regaló un plato típico de la cerámica albense. Un día inolvidable para volver a repetir cada año, en el que como toda celebración que se precie terminó con la gran tarta de cumpleaños y las velas de los cien años que Jacinta sopló con el único deseo de mantenerse como está y seguir rodeada por su familia y el cariño que le demuestran cada día.
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